miércoles, 23 de marzo de 2022

K

 

Bueno K, no te preocupes, no contaré nada de lo que me contó tu mamá que de niño te gustaba que te pusieran enemas, así que hay va.

Con esta letra puedo referirme a varias personas, incluso a mi esposa, cuyo nombre empieza con la misma (puede pensar que por fin voy a escribir algo sobre ella), pero no es así.  Varias veces he escrito sobre mis amigos de infancia, ya cite a Wantoo, ahora es turno de otro integrante de esta fraternidad. Solo voy a referirme a él como K.

Como a todos los demás, lo conocí en primer año de primaria (lo que ahora es segundo grado) en un colegio del barrio donde crecimos, teníamos 7 años y recuerdo perfectamente el día que lo conocí. Ingresó al colegio cuando las clases ya habían comenzado, llegó con su madre y la profesora lo presentó a la clase y lo ubicó en la carpeta al lado mío. Incluso recuerdo nuestra primera conversación, totalmente intrascendente,  de niños de esa edad. Con esto no quiero decir que haya quedado anonadado o su presencia fuese impactante, solo que mi memoria es muy buena, pero si me lleve una grata impresión.

Del grupo de amigos que formamos éramos Wantoo, K, R (de quien trataré después) y yo. Pero dentro de este grupo se formaron por afinidad otros subgrupos, Wantoo y R, y K y yo.

Como mencioné anteriormente, cada uno aportó alguna característica a los demás. Sobre Wantoo ya había mencionado que gracias a él me intereso por la literatura y el cine, el aporte de K es más complejo. Desde siempre mostró gran interés por la historia y la cultura general. Sus padres (al igual que los míos) le compraban enciclopedias (recuerden que no existía la internet) y con ellos hacíamos competencias sobre quien encontraba alguna información sobre cualquier tema que se nos ocurriera.

Otra característica me hizo más afín a él fueron sus gustos musicales, similares a los míos (por lo menos en esa época), muestra afinidad por las bicicletas y las caminatas. Fue él quien me llevó al grupo scout y creo que me acompañó en todos mis campamento, y por lo tanto, protagonista de muchos de los relatos de éste blog. Fue quien me llevó a casa en mi primera borrachera y mi confidente (y aún lo es aunque él no lo sepa).

Fue (es) el bajista del grupo.

Recuerdo un hecho hace como veinte años. Por entonces, mi enamorada (quien ahora es mi esposa) quedó embarazada (obviamente yo tenía que ver en el asunto). Me fue más fácil enfrentarme a mis padres y la madre de ella que a K, no sabía cómo decírselo. Pasaron varios días hasta que él se enteró por otros amigos. Me buscó y me dijo todo lo que un buen pata puede decir en esa situación. Creo que recién después de hablar con él sentí como que ya podía enfrentarme a las nuevas circunstancias.

Él es simplemente, un pata de toda la vida.

Oye K, ya que estás leyendo esta vaina, por qué no te vienes a mi casa y nos tomamos unas chelas, trae tu bajo y hacemos algo de bulla.

Fútbol

 

No me gusta el fútbol. Creo que puedo contar cuántas veces he jugado en mi vida con mis dedos y me sobrarían. Y no he jugado tanto porque no me atraía jugar, prefería pasear en bicicleta o hacer caminatas exploratorias (ya las mencioné).

Entonces, si no me gusta el fútbol, ¿para qué me molesto escribiendo sobre el? Lo hago porque genera una pasión, que puedo comprenderla por la misma pasión que siento por la música. Claro que ésta no llega a fanatismos violentos y ahí es dónde difiere. No creo haberme molestado con alguien solo porque no gusta de mi grupo favorito, es mas, prefiero que así sea, eso lo hace más exclusivo e incluso excluyente.

Como supondrán no tengo un equipo favorito y creo que muy pocas veces he visto un partido completo por TV (los de la selección), y cuando los veo es mas por acompañar a mis amigos que por el deseo en si de ver el partido. Cuando mi hija estaba aprendiendo a manejar bicicleta, aprovechábamos un partido de las eliminatorias para salir a manejar en las solitarias calles de nuestra ciudad durante el encuentro.

Recuerdo las pocas veces que he jugado. En el colegio cuando me obligaban a jugar en educación física, era el ultimo que escogían (por obvias razones), me ponían en defensa y solo me indicaban: “si te llega la pelota patéala hacia adelante”. Algunas veces fui a hacer barra al equipo de mi colegio, lo hacia porque los que iban salían temprano y por el chongo de ir en mancha. Una vez recuerdo que jugaron en el Estadio San Martin, contra no sé que colegio, pero al salir nos encontramos con la barra del otro equipo y se produjo una batalla campal. Yo siempre he sido seguidor de las enseñanzas del Mahatma Gandhi, así que solo observaba, hasta que tuve que pelear por mi vida. Las piedras caían a mi costado y la policía apareció por detrás capturando al primero que cogían, así que solo podía ir hacia adelante, enfrentándome a los otros. Lancé no sé cuantas piedras y tampoco sé si alguna dio en el blanco, solo supe que me abrí paso y escapé. Era un día de invierno (lo recuerdo bien), y a nosotros nos obligaban a coser la insignia en la chompa, por lo que tuve que quitármela al pasar por entre la barra del otro equipo para que no me reconozcan, aunque pasé sudando.

Algo mas que me pasó respecto a este deporte es que una vez di la vuelta olímpica al Estadio Nacional mientras el público me ovacionaba. Esto no lo soñé, sucedió en 1983 mientras era Scout. Hubo un festival organizado por la policía con espectáculos de perros y nosotros estábamos invitados, recuerdo que habíamos dirigido el tránsito unos días antes así que nos homenajeaban. Al llegar nos formamos por grupos scouts y pasó un jefe y fue escogiendo a los mejor uniformados y me escogió a mí. Formó un batallón de varios grupos y marchamos por la pista atlética. Fue la primera vez que ingresaba al Estadio Nacional y solo he regresado por conciertos, aunque esta vez me aplaudían.

Supongo que nunca me gustará este deporte y creo que por eso he pensado muchas veces que no debería existir la selección de futbol. Han demostrado ineficiencia por décadas, ni cambiando de entrenador ni jugadores, es algo que los expertos deberían explicar, porque yo no lo sé, solo sé que gastan mucho dinero en mantener un equipo que no logrará nada. El estado no debería invertir en ellos, como tampoco invierte en muchos deportes, por lo que no es raro para el gobierno dejar de apoyar a alguna federación. Creo que la inversión privada es la indicada para financiar a nuestra fracasada selección. El estado debería invertir en campeonatos de menores, academias y construir campos de fútbol, ya que existen muy pocos en nuestro medio, las de fulbito abundan y creo que esa es la raíz del problema. No voy a ahondar en este tema porque como ya sabrán, no soy el indicado para decirlas.

Me voy.

 

Extraterrestres

 

Este tema lo he reservado hasta ahora porque no se me ocurría otro tema mejor.

La existencia de seres vivos e inteligentes fuera de este mundo siempre me apasionó. Supongo que el hecho de que la creencia en estos seres está cercana a la fe, hace que se forme toda una cultura sobre su existencia.

En condiciones normales soy escéptico ante estos temas, pero suponer que solo en nuestro planeta  desarrolló la vida sin considerar que la Vía Láctea tiene  más de 160,000 millones de planetas sería egoísta. Así que por conclusión lógica: debe existir vida en otros planetas.

De niño, siempre miraba al cielo buscando algo, no sabía qué. En algún momento de mi existencia debo haber visto una película, o leído una noticia que me hizo notar su esquiva presencia.  Ya más consiente  esperaba  que algún día me permitieran verlos y tener la oportunidad de hablar con ellos. Supuse que para inteligencias tan avanzadas que les permita viajar entre mundos, la traducción de un idioma primitivo como el nuestro no sería problema para nuestros visitantes.

Cuando era adolecente me fascinaba la idea de una abducción (o sea ser secuestrado por extraterrestres). No tenía nada que perder y pocos me extrañarían, conocería otros mundos y regresaría para enseñar nuevas técnicas aeroespaciales, la cura contra el cáncer y otras fantasías más. Imaginaba a una alienígena desnuda (traten de hacerlo), intercambiando fluidos interplanetarios. Luego se me ocurrió que tal vez, ellos quisieran hacer algunos experimentos conmigo, como la resistencia del esfínter anal por ejemplo, lo cual desestimó todos mis deseos de ser abducido.

Este tema es interesante. He leído mucho y tratado de aprender cualquier cosa referente a él. Asistí, hace muchos años a una exposición de una secta  llamada “Alfa y Omega”, en ella intenté asimilar la fusión de dos creencias, una sacrosanta y la otra extraterrestre. Recuerdo que sostenían que la estrella de Belén que los pastores y reyes magos vieron durante el nacimiento de Jesús, era un OVNI, que la ballena de se tragó a Jonás también era una nave espacial, que los muros de Jericó cayeron no por las trompetas sino por un arma sonora de otro mundo y así muchos ejemplos que, por lo que a mí respecta,  prefiero dejarlos en el campo de la fe. Siempre he pensado en dar alguna explicación lógica a muchos relatos bíblicos, pero atribuirle a los marcianos todas esas proezas es demasiado. Esa secta no prosperó en nuestro país porque somos una sociedad religiosa (muy en el fondo) y estas “explicaciones” mas fueron tomadas como una ofensa a nuestra larga tradición católica.

También recuerdo que cuando estaba en el colegio, mi familia conoció a un pata que les cayó bien y era muy entendido en temas sobre Ufología. Incluso los llevó a todos a ver OVNIs a Chilca. Cabe indicar que esa noche yo tenía una actividad en mi grupo Scout por lo que no quise asistir al encuentro del tercer tipo (eran mis prioridades), ya que pensaba asistir otro día. Mis padres y hermanos regresaron decepcionados, no solo porque no habían visto nada, sino porque éste pata empezó con un discurso mormón, que era en el fondo lo que quería. Utilizó su fachada de ufólogo para entrar a mi casa para luego tratar de adoctrinarlos en la línea de John Smith. No lo logró.

Y siguiendo con esta materia, como ya mencioné, soy asiduo lector de estos temas, entre ellos la ciencia ficción y me sorprendió leer, en una entrevista a Ray Bradbury, brillante autor de “Crónicas marcianas”, menciona que no cree en la existencia de seres extraterrestres, porque según él, ya se hubiera mostrado abiertamente. Aunque mi autor favorito de éste género es Isaac Asimov, esto me resultó decepcionante para un autor de su peso, pero sobreviví a esa experiencia.

Para terminar nada mejor que música referente. Una canción que casi me convenció de la existencia de vida extraterrenal fue “…los marcianos llegaron ya y llegaron bailando cha cha chá…” Bueno, escribiendo en serio, una canción que  me gusta, con una clara sugerencia sobre como contactarlos es una de The Carpenters. Es “Calling to occupants of interplanetary craft”.  Mejor  aún, es  escucharla en la extraordinaria (o extraterrestre) voz de Karen Carpenter, y con ella me despido: “With your mind you have ability to form, and transmit thought energy far beyond the norm,  you close your eyes, you concentrate,  together that’s the way, to send the message, we declare world contact day.

Encuentros con el más allá

 

Uno de mis mejores amigos además de ser coleccionista de Playboy, también coleccionaba una revista sobre fenómenos paranormales llamada “Lo Insólito”. Esto pasaba allá por los ochentas, y éramos asiduos lectores de la revista, me refiero a la segunda. Entre los temas que leíamos estaban el fenómeno OVNI, sociedades secretas, alquimia, la psicofonía, etc.

Aunque no fuimos nunca muy creyentes de estos temas, lo hacíamos por un interés científico, siempre buscábamos el fraude que debería haber detrás, los puntos flojos que generaran dudas. Así que el único tema que podíamos comprobar era la psicofonía. Ésta consistía en colocar una grabadora en algún lugar donde se supone habitan espíritus, almas en pena o como quieran llamarlos y grabar sus sonidos.

En una de las tantas travesías que hicimos, llegamos a varios lugares arqueológicos aparentemente sin explorar en los alrededores del rio Chillón. Allí había muchos restos humanos, así que fue uno de los lugares donde intentamos grabar las “voces de los muertos”. Fuimos de noche, por la creencia que a esas horas se les podía ver o escuchar. Pero nada pasó, escuchamos con atención la grabación sin resultados, solo los sonidos ambientales.

Nuestro siguiente plan era ir a un cementerio de noche para realizar la grabación, pero  aún no nos animábamos a hacerlo. Recordamos que uno de nuestros patas nos mencionó que en su casa “veían” a un niño, incluso la hermana de éste pata una vez me lo mencionó, así que le propusimos grabar en su casa.

Fue un día cualquiera en la tarde, colocamos la grabadora en el piso de la sala, nos sentamos en el suelo al otro extremo de la habitación y empezamos a grabar. La grabación duró los treinta minutos que tenía un lado de casete (recuerden que hablo de los ochentas), y terminó. Lo rebobinamos y escuchamos con atención, todo iba sin novedad, creyendo que era una prueba irrefutable que los fantasmas no existen, hasta que escuchamos algo que no puedo explicar. Como a los quince minutos de grabación se escucha claramente unos pasos que se acercan a la grabadora y luego como si alguien se agachara y lo viera de cerca, ya que se escucha una respiración. Luego todo normal, los sonidos de la calle, las aves en el jardín.

Nosotros no perdimos de vista la grabadora en ningún momento y no vimos nada. Intentamos darnos alguna explicación pero no encontramos ninguna coherente. Simplemente lo dejamos ahí, hasta ahora que lo recuerdo.

Sigo siendo escéptico frente a estos temas, cuando escucho un ruido en la noche en mi casa lo primero que pienso es en mis gatos, o en un ladrón, aún después de esa experiencia. Falta mucha información y la mayoría de la que existe más se basa en creencias. Tengo que ver para creer.

El Baile

 

Una vez un pata que recién conocía, al conversar con sobre música me dijo que yo era un melómano. Cómo no entendía bien el significado de éste adjetivo, no supe si me había insultado o no, así que lo busqué en el Diccionario de la Real Academia Española y dice a la letra: “Fanático de la música”. Bueno, creo que no se equivocó, me gusta tanto que le presto toda mi atención cuando la escucho, mis cinco sentidos, que bailarla sería una ofensa.

Cómo dije anteriormente, la música transmite emociones, mensajes que muchas veces requieren toda nuestra atención para entenderla, y si la bailas, estas más concentrado en cómo te mueves que en sentirla. Aunque existe música que no transmite nada, es vacía, como los géneros cumbiamberos, hechos solamente para ser bailados. Salvo raras excepciones, éstos presentan muchas fallas, melodías estiradas, errores en los tiempos, por lo tanto no tienen nada bueno que ofrecer. Géneros destinados a desaparecer, ser desplazados por algún otro ritmo que las radios pachangueras impongan al público que es fácil de convencer.

Entiendo que en muchas culturas, los orígenes de los bailes representan alguna actividad cotidiana de los pobladores, como las cosechas, esquilas de animales, el riego, la trilla, etc. Definitivamente, algunos de ellos son expresiones culturales, y como tal, las respeto, pero también pueden expresarse en la pintura, cerámica, la música, etc., expresiones más comprensibles para mí.

Aún no entiendo como alguien al escuchar una canción puede moverse y no quedarse quieto escuchando.  Alguna vez, una amiga en una reunión, al escuchar un merengue y notar que me quedé  quieto, me preguntó “si no se me movía el cuerpo”. Le dije que no sabía de lo que estaba hablando y se sorprendió. Trato de explicarme que al escuchar una canción “movida”, el movimiento del cuerpo era algo “natural”, pero al ver mi cara de asombro, creo que entendió. Hasta ahora no se qué quiso decirme. 

Mucho creerán que he escuchado poca música, o aún no escucho la adecuada, pero no es así. Creo escuchar muchos géneros. Mi colección de música en mi PC es de 24000  canciones, y va en aumento. Siempre escucho radios de internet, me gustan porque puedo ver los títulos de las canciones e intérpretes, y cuando escucho algo que me llama la atención, la bajo inmediatamente, y empiezo a explorar la discografía del autor.

Bueno, espero que entiendan porque no bailo, y aparte de lo que ya mencioné, recuerdo que de niño me invitaron a una fiesta infantil, era de un vecino y fui curioso, estaba comiendo canchita con gelatina, cuando el papá del niño colocó a varios niños al centro de la sala para que bailen. Yo lo miré extrañado, y me agarró también. Me puse a llorar y me fui a casa.

Cuando era adolecente, me invitaron a un “quinceañero”. Era la primera vez que iba a una fiesta y fui entusiasmado. Me aburrí mucho. Estuve parado afuera de la casa todo el tiempo viendo a todos bailar. Entonces me pareció una buena idea aprender a bailar, aunque iba contra todos mis principios, pero lo hacía por ser socialmente aceptado. Uno de los asistentes, quien también era de mi grupo scout se ofreció a enseñarme a bailar. Fui a la hora acordada para la primera clase pero él nunca apareció, luego se disculpo diciéndome que olvido la clase. Creo que mi vida hubiera cambiado y mi percepción de la música nunca hubiera sido la misma, así que agradezco el olvido del pata. Creo que me hubiese sentido hipócrita conmigo mismo si bailaba. Era un adolecente y ser aceptado era muy importante entonces, pero ahora no, eso ya no me importa.

Moriré sin bailar y soy feliz, vivo la música cuando la escucho o toco mi batería, la siento en mis venas.

Es tiempo de una anécdota: un amigo mío, coleccionista de discos de Isao Tomita, reunió a varios patas en su casa y nos hizo escuchar un track de un disco del famoso tecladista japonés. Apagó las luces y nos pidió no hacer ruido. Tomita hace New Age music, así que solamente es instrumental.

Escuchamos con atención. Al terminar, el anfitrión encendió las luces y nos pidió expresar que habíamos pensado mientras escuchábamos. Todos coincidimos en imaginar un paisaje del viejo oeste americano, un vaquero en un pueblo solitario y una bola de paja pasar a su lado. Nos sorprendió entender que fue unánime la interpretación. Tomita dice transmitir imágenes tetradimensionales en sus discos y le creo. Otra razón más para prestarle toda mi atención a la música. ¿Si hubiéramos bailado este tema, habríamos entendido el mensaje?

Edición de Aniversario

 

El día de hoy se celebra el primer año del inicio de este blog. Considerando que no celebro mi cumpleaños, ni celebré mi matrimonio ni graduación, esta fecha debería pasar desapercibida para mí, pero no es así. La verdad es que algunos post si me gustan y estoy orgulloso de ellos, hasta los leo de vez en cuando, a veces encuentro algún error y lo corrijo, y también siempre estoy pendiente de los comentarios y me he dado cuenta que, aunque nunca los contesto, siempre agradezco los mismos, ya que significa que alguien más, aparte de mi los lee.

El blog me ha creado cierta disciplina, ya que es como una obligación publicar un post, ahora por lo menos una vez. Al inicio era cada semana, pero era muy seguido y no tenía tiempo de escribir. A veces no se me ocurre nada, y otras me llega una oleada de temas posibles de ser mencionados. Creo que los temas de opinión nunca terminarán. Estuve tentado de escribir sobre la campaña electoral pasada, pero inevitablemente me hubiera referido con adjetivos inapropiados a los candidatos de la segunda vuelta, por lo que decidí abstenerme.

Mis inicios en la escritura comenzaron en la universidad. Escribía mis ocurrencias en mis cuadernos, en alguna esquina de la hoja, durante clases generalmente, por lo que no le prestaba atención al profesor (luego vinieron las consecuencias de esto), pero estos escritos se perdieron en el tiempo, aunque recuerdo muchos de ellos, pertenecen a otra época y no sería correcto rememorarlos.

La metodología que utilizo para escribir es simple, se me ocurre un tema, lo escribo en una hoja dentro de una carpeta llamada LPdKK en mi PC donde coloco temas posibles. Los que ya fueron publicados lo resalto y los demás son temas disponibles. Por lo general en  veinte o treinta minutos termino un post, incluyendo la búsqueda de fotos y la publicación. El año pasado durante el mes de Agosto descansé los días viernes (mes en el que aparece el blog), por lo que después de llevar a mi hijo al colegio me dedicaba a escribir. Muchos de los post del año pasado fueron escritos el mismo día. Podía escribir dos o tres cada viernes y los publicaba cuando llegara la ocasión. Supongo que este año también descansaré igual y será mi etapa productiva.

Debo decir que varios post anteriores pasaron por una minuciosa revisión por parte de mi editora.  Ella, quien tiene voz de operadora de teléfono erótico (en realidad esta perdiendo dinero), es quien muy gentilmente corrige mi gramática, cambia algunas palabras, pero siempre respetando la idea original. Gesto que agradezco por lo que le doy un público reconocimiento.

Bueno, estaré celebrando a mi manera, este primer año, aun no sé cómo, el entusiasmo ya no me deja escribir.

Domingos de Cine

 

Ya se imaginarán que voy a referirme al séptimo arte, pero no exactamente. Quiero tratar del lugar físico donde se exhiben las películas, y para esto tengo que remontarme a los años setenta.

Por esos  años mis padres solían llevarnos, a mis hermanos y a mí al cine. Recuerdo que muchas veces mi papá salía mucho antes que nosotros para “ir haciendo cola”, ya que éstas podían tener más de una cuadra, y existían los vendedores de cola y revendedores, personajes que ya no se ven actualmente. Los cines que nos llevaban eran en el centro de Lima: “Tacna”,” Metro”, “República”, “San Martin”,” Adán y Eva”, y otros más.

Las películas que más recuerdo son “Los diez mandamientos”, “Aeropuerto”, “Infierno en la Torre”, “La aventura del Poseidón”, “La batalla de Midway”, “Tiburón”, etc. Mis padres me iniciaron en este arte y luego seguí por cuenta propia.

Cerca a mi casa existía un cine de barrio, a quien le agradezco su existencia. Era el famoso cine “Túpac Amaru”, y digo agradezco porque el precio de las entradas era bastante asequible, es como si ahora costara 2 soles, o menos, aunque contaba con tarifa diferenciada ya que tenía tres categorías con dos salas: Norte y Sur. La sala Sur presentaba tres plataformas: Platea, que contaba con bancas de madera, no eran butacas, así que era difícil calcular la capacidad, ya que la gente se “apegaba” y entraban mas. Creo que los cobradores de combi sacaron el término de aquí. Luego estaba Mezzanine, la sala ficha, con butacas individuales, mucho más pequeña que platea, y por ultimo Balcón, con bancas también pero algunas sin respaldar,  ésta era la sala más barata, el precio era casi “tu voluntad”. La sala Norte solo era mezzanine. 
Éste era el cine más grande que he visto en mi vida, la sala sur tenía una capacidad de dos mil personas o más, y contaba con un servicio al espectador único en su tiempo. Cuando mirabas tranquilamente tu película favorita, podías gritar: “¡¡¡canchita!!! y un patín se acercaba y te entregaba una bolsita del snack favorito de los cines, además ofrecían gelatina en bolsa, no solían vender gaseosa, o a veces, pero en bolsa, ya que alguno desadaptados lanzaban las botellas (una vez me cayó en la cabeza una bolsa de gaseosa y agradecí el hecho de no ser una botella).

Algunos espectadores de Balcón solían pasarse a Mezzanine, para ello tenían que bajar por una pared de una altura de unos 5 metros.  Fui testigo excepcional de una caída. Un pata al intentar bajar, cayó pesadamente sobre las butacas de madera y se sacó la ñoña y los empleados de cine, lejos de auxiliarlo lo terminaron de gomear.

Como las películas de estreno tardaban mucho en llegar a esta sala, solían pasar algunas clásicas, sin mayor publicidad, es así como sin querer, aprendí el gusto por las películas de culto.

El día que hice mi primera comunión, supongo que a los once años, al regresar de la iglesia con mis padres y padrinos vi que proyectaban en esta sala “Encuentros cercanos del tercer tipo”, película que esperaba su estreno. Ni bien llegué a casa salí corriendo a buscar a alguien con quien ir al cine, mis amigos no estaban, hasta llegué a ofrecerles pagarle la entrada a unos vecinos que no eran mis amigos, pero ellos no quisieron ir, así que no me quedo otra que ir solo. Tiene su encanto ver la película en solitario. Al regresar a casa, mis padrinos ya se habían retirado y mis padres estaban muy molestos conmigo, ya que me fui sin decir nada y eche a perder el almuerzo familiar.

Algo interesante que me paso relacionado a éste cine “Túpac Amaru”, fue lo que les cuento a continuación: estando en el parque con un amigo, se nos acerca un señor del barrio y nos dice:”Oigan chicos un favor, soy entrenador de un equipo de beisbol, y han ganado un torneo metropolitano, pero no han venido todos los jugadores, así que, ¿qué les parece si van con nosotros haciéndose pasar por los jugadores?, los van a premiar y seguro les dan algún regalo”. Tardamos medio segundo en responder y fuimos al cine en mención donde sería la entrega de premios. En ese momento, como parte de la premiación se ofrecía una pelea de Cachas can, así que habían algunos luchadores, Sandokan me dio la mano y fue el alcalde del distrito quien nos entregó una copa mientras que el público nos ovacionaba. Yo levantaba los brazos mientras todos nos aplaudían.  El dueño del cine nos entregó pases gratis por un mes, ese fue el mejor momento y el mejor regalo de mi vida (hasta entonces), regalo que fue bien utilizado, hasta el último día.

Algunos años después, bajó la afluencia de público y el cine empezó a decaer, se convirtió en cine porno y luego los domingos en iglesia evangélica. Luego vendieron una parte a una tienda de electrodomésticos y últimamente y cerró definitivamente.

Desde este humilde blog le rindo un homenaje a este emblemático cine, forjador de mi gusto por el sétimo arte.