viernes, 21 de abril de 2017

¿Bullying? Los de mi época (Parte 2)


Disculpen la demora, apenas dos años para esta entrega. Además existe otra razón, tuve que reescribirla. Guardo un backup de todas los posts, pero esta segunda parte se perdió en algún lugar de la nube, así que haciendo memoria me puse a escribir.
Trascurrieron los años en mi colegio, ya tuve un grupo de amigos, y hasta me hice patas de los más “malandros”. Los conocía bien y sabia de sus “pendejadas”, siempre veía por donde escapaban del colegio. Era por el descanso de la escalera, por allí la caída a la calle no era muy alta, además era un descampado y nadie pasaba por allí. Una de esas tardes aburridas en el cole, decidí fugar también. Subí por el muro y me descolgué, pero ya estando fuera me puse a pensar: ¿y ahora qué hago?, mis patas se iban a jugar pelota y como yo no juego, me dispuse a regresar. Subir el muro no fue muy fácil, nadie lo hacía pero lo logré, y ningún profesor me vio.
Durante un recreo, escuchamos un griterío en el patio. Salimos a ver de qué se trataba y vimos al auxiliar correr. Yo solo pensé, pobre de estos bastardos, éste pata los molerá a golpes, pero la situación no era así. Detrás del auxiliar corría un alumno con un cuchillo, persiguiéndolo, y aquel solo pudo salvarse metiéndose al kiosko. El alumno con el cuchillo solo se fue y su madre lo retiro del colegio al día siguiente.
Un día en el salón, un pata nuevo estaba sentado en la ultima carpeta (como era usual), hasta que llegaron los “malandros” y entre dos levantaron la carpeta (con alumno nuevo incluido) lanzándola hacia atrás. Al levantarse tenía el brazo roto. No delató a nadie.
Pero a pesar de tener patas, no pude pasar “piola” todo el tiempo. Durante el recreo, un pata mío me agarró del cuello por detrás con una botella rota. Mientras lo hacía gritaba para llamar la atención. Era como una prueba de valor, para creerse “el bacán”, pero a pesar que su intención no era cortarme, con el movimiento si lo hizo. Un pequeño hilo de sangre empezó a correr por mi cuello. La verdad fue que él se asustó más que yo. Sabía que el corte fue superficial, y él solo se quedó mirando mientras se le caía de las manos el pedazo de vidrio. Yo solo me acerqué y me di un golpe. Creo que es la única vez que he roto un labio (a golpes me refiero), y éste pata no se defendió, sabía que lo merecía. Aun tengo esa cicatriz.
Otro día, mientras caminábamos por la calle unos patas empujaron violentamente a un amigo mío. A pesar nosotros éramos unos cinco, los otros que eran mayores que nosotros atacaron sin motivo alguno a mi pata. Uno de los míos, al ver esto solo atino a lanzarse sobre dos de los agresores, lanzándolos al suelo y golpeándolos. Nosotros solo los separamos y nos fuimos. Esa fue una lección de compañerismo de éste pata (uno de los malandros) para proteger a otro de los nuestros. La violencia estaba en todas partes.
Como dijo Arguedas en “El Sexto”: allí conocí a lo mejor y lo peor del Perú. Mi colegio me formó no solo académicamente, apenas puedo recordar lo que me enseñaron algunos profesores, pero si todo lo que les he contado.
Viendo como el Bullying se produce actualmente, cuando los profesores no tienen mayor autoridad y los chicos esperan que alguien soluciones sus problemas de acoso, creo que yo viví una buena época.
Me voy, esperando reeditar pronto los otros posts.

Chau.