viernes, 19 de mayo de 2017

Cometa Halley

No se si ustedes vivieron la última visita del cometa Halley en 1986. Como el Perú era uno de los mejores lugares para observarlo, se creó una gran expectativa por este acontecimiento. Tampoco faltaron los pesimistas que vaticinaron el fin del mundo con el inminente impacto del cometa ya que iba a pasar muy cerca, pero como ya saben, nada malo pasó.
Por aquellos días parecía conformarme con verlo desde el techo de mi casa, o por televisión, ya que no tenía planes para salir de Lima en busca del fenómeno celeste.
El día que debía pasar el cometa fue otro día cualquiera, hasta que a medio día uno de mis patas de mi grupo original me buscó y me propuso ir de campamento a algún lado, yo propuse Santa Rosa de Quives.  Con las mismas buscamos a otro miembro del grupo, y éste tenía la visita de un pata de su Universidad, quien se quiso acoplar, así que nos dispusimos a organizar el viaje. Aunque ya no teníamos tiempo, en solo un par de horas alistamos nuestras cosas, la comida y lo más importante, el trago. Salimos de Lima a las 4 de la tarde, en un viaje un tanto accidentado, muchas personas viajaban, así que el bus iba lleno y por lo tanto viajamos parados, bueno, sentados sobre nuestras mochilas.
De los cuatro que viajamos, solo yo conocía nuestro destino. Había viajado de niño y recordaba claramente que el bus que nos llevó ingreso al pueblo. Lo que no sabía era que existía otra carretera que no ingresaba al pueblo, pasaba por abajo, así que yo confiado en ver la “Casa de Santa Rosa” les iba diciendo a mis amigos que aún faltaba para llegar. Cuando ya empecé a sospechar que nos habíamos pasado, le pregunté a uno de los pasajeros quien muy alegremente me dijo que ya habíamos pasado Santa Rosa ”hace rato”, entonces avanzamos hacia la puerta y le dijimos al chofer para bajar. El bus se detuvo en un pueblo llamado Yaso, en medio de su plaza al momento en que allí se realizaba un partido de fútbol. El chofer no tuvo mejor idea que dejarnos en “medio de la cancha”, bajamos y el bus se fue raudamente. Los cuatro nos quedamos parados viendo alrededor como habíamos detenido el partido y los jugadores y tribuna nos miraban con odio. Lentamente nos alejamos y los pobladores no decían nada, solo nos seguían mirando con odio, parecía como si solo esperaban a que alguien diera la orden de atacarnos.
Salimos del pueblo y un grupo nos seguía, creo que para asegurarse que nos íbamos. En ese momento oscureció, y tuvimos que decidir qué hacer.  De nuestro grupo, dos no habían llevado nada de comer, porque esperaban comprar algo, y como a Yaso no volvíamos más, entonces empezamos a caminar hacia Santa Rosa. Nos dimos cuenta que nadie había llevado linterna, así que caminamos “a tientas” por más de dos horas. Fue algo tenebroso ya que aún teníamos la sensación que nos estaba siguiendo, porque se escuchaban pasos lejanos, murmullos en una carretera totalmente vacía y la oscuridad ayudaba a nuestros temores. Empezamos a ver la luz de nuestro destino y nos dimos cuenta que parecía una feria, lleno de carpas y gente, así que comimos algo y nos dispusimos a esperar el paso del cometa, y para amenizar la espera salieron a relucir las botellas de ron que habíamos llevado.
Recuerdo que el cometa debía pasar cómo a las 2 de la mañana, pero el efecto del trago llegó primero. Cansados de la caminata y el sopor del licor nos quedamos dormidos no sé a qué hora, pero cuando despertamos era de día y el cometa ya había pasado. Le preguntamos a los campamentos vecinos y nos dijeron que fue bacán, que lo máximo, etc. y nosotros absortos, arrepentidos por la oportunidad perdida, jurando no tomar nunca más.

Regresamos a casa cabizbajos, con la optimista creencia que veríamos el cometa la siguiente vez que regresara, el 2061.