miércoles, 23 de marzo de 2022

K

 

Bueno K, no te preocupes, no contaré nada de lo que me contó tu mamá que de niño te gustaba que te pusieran enemas, así que hay va.

Con esta letra puedo referirme a varias personas, incluso a mi esposa, cuyo nombre empieza con la misma (puede pensar que por fin voy a escribir algo sobre ella), pero no es así.  Varias veces he escrito sobre mis amigos de infancia, ya cite a Wantoo, ahora es turno de otro integrante de esta fraternidad. Solo voy a referirme a él como K.

Como a todos los demás, lo conocí en primer año de primaria (lo que ahora es segundo grado) en un colegio del barrio donde crecimos, teníamos 7 años y recuerdo perfectamente el día que lo conocí. Ingresó al colegio cuando las clases ya habían comenzado, llegó con su madre y la profesora lo presentó a la clase y lo ubicó en la carpeta al lado mío. Incluso recuerdo nuestra primera conversación, totalmente intrascendente,  de niños de esa edad. Con esto no quiero decir que haya quedado anonadado o su presencia fuese impactante, solo que mi memoria es muy buena, pero si me lleve una grata impresión.

Del grupo de amigos que formamos éramos Wantoo, K, R (de quien trataré después) y yo. Pero dentro de este grupo se formaron por afinidad otros subgrupos, Wantoo y R, y K y yo.

Como mencioné anteriormente, cada uno aportó alguna característica a los demás. Sobre Wantoo ya había mencionado que gracias a él me intereso por la literatura y el cine, el aporte de K es más complejo. Desde siempre mostró gran interés por la historia y la cultura general. Sus padres (al igual que los míos) le compraban enciclopedias (recuerden que no existía la internet) y con ellos hacíamos competencias sobre quien encontraba alguna información sobre cualquier tema que se nos ocurriera.

Otra característica me hizo más afín a él fueron sus gustos musicales, similares a los míos (por lo menos en esa época), muestra afinidad por las bicicletas y las caminatas. Fue él quien me llevó al grupo scout y creo que me acompañó en todos mis campamento, y por lo tanto, protagonista de muchos de los relatos de éste blog. Fue quien me llevó a casa en mi primera borrachera y mi confidente (y aún lo es aunque él no lo sepa).

Fue (es) el bajista del grupo.

Recuerdo un hecho hace como veinte años. Por entonces, mi enamorada (quien ahora es mi esposa) quedó embarazada (obviamente yo tenía que ver en el asunto). Me fue más fácil enfrentarme a mis padres y la madre de ella que a K, no sabía cómo decírselo. Pasaron varios días hasta que él se enteró por otros amigos. Me buscó y me dijo todo lo que un buen pata puede decir en esa situación. Creo que recién después de hablar con él sentí como que ya podía enfrentarme a las nuevas circunstancias.

Él es simplemente, un pata de toda la vida.

Oye K, ya que estás leyendo esta vaina, por qué no te vienes a mi casa y nos tomamos unas chelas, trae tu bajo y hacemos algo de bulla.

Fútbol

 

No me gusta el fútbol. Creo que puedo contar cuántas veces he jugado en mi vida con mis dedos y me sobrarían. Y no he jugado tanto porque no me atraía jugar, prefería pasear en bicicleta o hacer caminatas exploratorias (ya las mencioné).

Entonces, si no me gusta el fútbol, ¿para qué me molesto escribiendo sobre el? Lo hago porque genera una pasión, que puedo comprenderla por la misma pasión que siento por la música. Claro que ésta no llega a fanatismos violentos y ahí es dónde difiere. No creo haberme molestado con alguien solo porque no gusta de mi grupo favorito, es mas, prefiero que así sea, eso lo hace más exclusivo e incluso excluyente.

Como supondrán no tengo un equipo favorito y creo que muy pocas veces he visto un partido completo por TV (los de la selección), y cuando los veo es mas por acompañar a mis amigos que por el deseo en si de ver el partido. Cuando mi hija estaba aprendiendo a manejar bicicleta, aprovechábamos un partido de las eliminatorias para salir a manejar en las solitarias calles de nuestra ciudad durante el encuentro.

Recuerdo las pocas veces que he jugado. En el colegio cuando me obligaban a jugar en educación física, era el ultimo que escogían (por obvias razones), me ponían en defensa y solo me indicaban: “si te llega la pelota patéala hacia adelante”. Algunas veces fui a hacer barra al equipo de mi colegio, lo hacia porque los que iban salían temprano y por el chongo de ir en mancha. Una vez recuerdo que jugaron en el Estadio San Martin, contra no sé que colegio, pero al salir nos encontramos con la barra del otro equipo y se produjo una batalla campal. Yo siempre he sido seguidor de las enseñanzas del Mahatma Gandhi, así que solo observaba, hasta que tuve que pelear por mi vida. Las piedras caían a mi costado y la policía apareció por detrás capturando al primero que cogían, así que solo podía ir hacia adelante, enfrentándome a los otros. Lancé no sé cuantas piedras y tampoco sé si alguna dio en el blanco, solo supe que me abrí paso y escapé. Era un día de invierno (lo recuerdo bien), y a nosotros nos obligaban a coser la insignia en la chompa, por lo que tuve que quitármela al pasar por entre la barra del otro equipo para que no me reconozcan, aunque pasé sudando.

Algo mas que me pasó respecto a este deporte es que una vez di la vuelta olímpica al Estadio Nacional mientras el público me ovacionaba. Esto no lo soñé, sucedió en 1983 mientras era Scout. Hubo un festival organizado por la policía con espectáculos de perros y nosotros estábamos invitados, recuerdo que habíamos dirigido el tránsito unos días antes así que nos homenajeaban. Al llegar nos formamos por grupos scouts y pasó un jefe y fue escogiendo a los mejor uniformados y me escogió a mí. Formó un batallón de varios grupos y marchamos por la pista atlética. Fue la primera vez que ingresaba al Estadio Nacional y solo he regresado por conciertos, aunque esta vez me aplaudían.

Supongo que nunca me gustará este deporte y creo que por eso he pensado muchas veces que no debería existir la selección de futbol. Han demostrado ineficiencia por décadas, ni cambiando de entrenador ni jugadores, es algo que los expertos deberían explicar, porque yo no lo sé, solo sé que gastan mucho dinero en mantener un equipo que no logrará nada. El estado no debería invertir en ellos, como tampoco invierte en muchos deportes, por lo que no es raro para el gobierno dejar de apoyar a alguna federación. Creo que la inversión privada es la indicada para financiar a nuestra fracasada selección. El estado debería invertir en campeonatos de menores, academias y construir campos de fútbol, ya que existen muy pocos en nuestro medio, las de fulbito abundan y creo que esa es la raíz del problema. No voy a ahondar en este tema porque como ya sabrán, no soy el indicado para decirlas.

Me voy.

 

Extraterrestres

 

Este tema lo he reservado hasta ahora porque no se me ocurría otro tema mejor.

La existencia de seres vivos e inteligentes fuera de este mundo siempre me apasionó. Supongo que el hecho de que la creencia en estos seres está cercana a la fe, hace que se forme toda una cultura sobre su existencia.

En condiciones normales soy escéptico ante estos temas, pero suponer que solo en nuestro planeta  desarrolló la vida sin considerar que la Vía Láctea tiene  más de 160,000 millones de planetas sería egoísta. Así que por conclusión lógica: debe existir vida en otros planetas.

De niño, siempre miraba al cielo buscando algo, no sabía qué. En algún momento de mi existencia debo haber visto una película, o leído una noticia que me hizo notar su esquiva presencia.  Ya más consiente  esperaba  que algún día me permitieran verlos y tener la oportunidad de hablar con ellos. Supuse que para inteligencias tan avanzadas que les permita viajar entre mundos, la traducción de un idioma primitivo como el nuestro no sería problema para nuestros visitantes.

Cuando era adolecente me fascinaba la idea de una abducción (o sea ser secuestrado por extraterrestres). No tenía nada que perder y pocos me extrañarían, conocería otros mundos y regresaría para enseñar nuevas técnicas aeroespaciales, la cura contra el cáncer y otras fantasías más. Imaginaba a una alienígena desnuda (traten de hacerlo), intercambiando fluidos interplanetarios. Luego se me ocurrió que tal vez, ellos quisieran hacer algunos experimentos conmigo, como la resistencia del esfínter anal por ejemplo, lo cual desestimó todos mis deseos de ser abducido.

Este tema es interesante. He leído mucho y tratado de aprender cualquier cosa referente a él. Asistí, hace muchos años a una exposición de una secta  llamada “Alfa y Omega”, en ella intenté asimilar la fusión de dos creencias, una sacrosanta y la otra extraterrestre. Recuerdo que sostenían que la estrella de Belén que los pastores y reyes magos vieron durante el nacimiento de Jesús, era un OVNI, que la ballena de se tragó a Jonás también era una nave espacial, que los muros de Jericó cayeron no por las trompetas sino por un arma sonora de otro mundo y así muchos ejemplos que, por lo que a mí respecta,  prefiero dejarlos en el campo de la fe. Siempre he pensado en dar alguna explicación lógica a muchos relatos bíblicos, pero atribuirle a los marcianos todas esas proezas es demasiado. Esa secta no prosperó en nuestro país porque somos una sociedad religiosa (muy en el fondo) y estas “explicaciones” mas fueron tomadas como una ofensa a nuestra larga tradición católica.

También recuerdo que cuando estaba en el colegio, mi familia conoció a un pata que les cayó bien y era muy entendido en temas sobre Ufología. Incluso los llevó a todos a ver OVNIs a Chilca. Cabe indicar que esa noche yo tenía una actividad en mi grupo Scout por lo que no quise asistir al encuentro del tercer tipo (eran mis prioridades), ya que pensaba asistir otro día. Mis padres y hermanos regresaron decepcionados, no solo porque no habían visto nada, sino porque éste pata empezó con un discurso mormón, que era en el fondo lo que quería. Utilizó su fachada de ufólogo para entrar a mi casa para luego tratar de adoctrinarlos en la línea de John Smith. No lo logró.

Y siguiendo con esta materia, como ya mencioné, soy asiduo lector de estos temas, entre ellos la ciencia ficción y me sorprendió leer, en una entrevista a Ray Bradbury, brillante autor de “Crónicas marcianas”, menciona que no cree en la existencia de seres extraterrestres, porque según él, ya se hubiera mostrado abiertamente. Aunque mi autor favorito de éste género es Isaac Asimov, esto me resultó decepcionante para un autor de su peso, pero sobreviví a esa experiencia.

Para terminar nada mejor que música referente. Una canción que casi me convenció de la existencia de vida extraterrenal fue “…los marcianos llegaron ya y llegaron bailando cha cha chá…” Bueno, escribiendo en serio, una canción que  me gusta, con una clara sugerencia sobre como contactarlos es una de The Carpenters. Es “Calling to occupants of interplanetary craft”.  Mejor  aún, es  escucharla en la extraordinaria (o extraterrestre) voz de Karen Carpenter, y con ella me despido: “With your mind you have ability to form, and transmit thought energy far beyond the norm,  you close your eyes, you concentrate,  together that’s the way, to send the message, we declare world contact day.

Encuentros con el más allá

 

Uno de mis mejores amigos además de ser coleccionista de Playboy, también coleccionaba una revista sobre fenómenos paranormales llamada “Lo Insólito”. Esto pasaba allá por los ochentas, y éramos asiduos lectores de la revista, me refiero a la segunda. Entre los temas que leíamos estaban el fenómeno OVNI, sociedades secretas, alquimia, la psicofonía, etc.

Aunque no fuimos nunca muy creyentes de estos temas, lo hacíamos por un interés científico, siempre buscábamos el fraude que debería haber detrás, los puntos flojos que generaran dudas. Así que el único tema que podíamos comprobar era la psicofonía. Ésta consistía en colocar una grabadora en algún lugar donde se supone habitan espíritus, almas en pena o como quieran llamarlos y grabar sus sonidos.

En una de las tantas travesías que hicimos, llegamos a varios lugares arqueológicos aparentemente sin explorar en los alrededores del rio Chillón. Allí había muchos restos humanos, así que fue uno de los lugares donde intentamos grabar las “voces de los muertos”. Fuimos de noche, por la creencia que a esas horas se les podía ver o escuchar. Pero nada pasó, escuchamos con atención la grabación sin resultados, solo los sonidos ambientales.

Nuestro siguiente plan era ir a un cementerio de noche para realizar la grabación, pero  aún no nos animábamos a hacerlo. Recordamos que uno de nuestros patas nos mencionó que en su casa “veían” a un niño, incluso la hermana de éste pata una vez me lo mencionó, así que le propusimos grabar en su casa.

Fue un día cualquiera en la tarde, colocamos la grabadora en el piso de la sala, nos sentamos en el suelo al otro extremo de la habitación y empezamos a grabar. La grabación duró los treinta minutos que tenía un lado de casete (recuerden que hablo de los ochentas), y terminó. Lo rebobinamos y escuchamos con atención, todo iba sin novedad, creyendo que era una prueba irrefutable que los fantasmas no existen, hasta que escuchamos algo que no puedo explicar. Como a los quince minutos de grabación se escucha claramente unos pasos que se acercan a la grabadora y luego como si alguien se agachara y lo viera de cerca, ya que se escucha una respiración. Luego todo normal, los sonidos de la calle, las aves en el jardín.

Nosotros no perdimos de vista la grabadora en ningún momento y no vimos nada. Intentamos darnos alguna explicación pero no encontramos ninguna coherente. Simplemente lo dejamos ahí, hasta ahora que lo recuerdo.

Sigo siendo escéptico frente a estos temas, cuando escucho un ruido en la noche en mi casa lo primero que pienso es en mis gatos, o en un ladrón, aún después de esa experiencia. Falta mucha información y la mayoría de la que existe más se basa en creencias. Tengo que ver para creer.

El Baile

 

Una vez un pata que recién conocía, al conversar con sobre música me dijo que yo era un melómano. Cómo no entendía bien el significado de éste adjetivo, no supe si me había insultado o no, así que lo busqué en el Diccionario de la Real Academia Española y dice a la letra: “Fanático de la música”. Bueno, creo que no se equivocó, me gusta tanto que le presto toda mi atención cuando la escucho, mis cinco sentidos, que bailarla sería una ofensa.

Cómo dije anteriormente, la música transmite emociones, mensajes que muchas veces requieren toda nuestra atención para entenderla, y si la bailas, estas más concentrado en cómo te mueves que en sentirla. Aunque existe música que no transmite nada, es vacía, como los géneros cumbiamberos, hechos solamente para ser bailados. Salvo raras excepciones, éstos presentan muchas fallas, melodías estiradas, errores en los tiempos, por lo tanto no tienen nada bueno que ofrecer. Géneros destinados a desaparecer, ser desplazados por algún otro ritmo que las radios pachangueras impongan al público que es fácil de convencer.

Entiendo que en muchas culturas, los orígenes de los bailes representan alguna actividad cotidiana de los pobladores, como las cosechas, esquilas de animales, el riego, la trilla, etc. Definitivamente, algunos de ellos son expresiones culturales, y como tal, las respeto, pero también pueden expresarse en la pintura, cerámica, la música, etc., expresiones más comprensibles para mí.

Aún no entiendo como alguien al escuchar una canción puede moverse y no quedarse quieto escuchando.  Alguna vez, una amiga en una reunión, al escuchar un merengue y notar que me quedé  quieto, me preguntó “si no se me movía el cuerpo”. Le dije que no sabía de lo que estaba hablando y se sorprendió. Trato de explicarme que al escuchar una canción “movida”, el movimiento del cuerpo era algo “natural”, pero al ver mi cara de asombro, creo que entendió. Hasta ahora no se qué quiso decirme. 

Mucho creerán que he escuchado poca música, o aún no escucho la adecuada, pero no es así. Creo escuchar muchos géneros. Mi colección de música en mi PC es de 24000  canciones, y va en aumento. Siempre escucho radios de internet, me gustan porque puedo ver los títulos de las canciones e intérpretes, y cuando escucho algo que me llama la atención, la bajo inmediatamente, y empiezo a explorar la discografía del autor.

Bueno, espero que entiendan porque no bailo, y aparte de lo que ya mencioné, recuerdo que de niño me invitaron a una fiesta infantil, era de un vecino y fui curioso, estaba comiendo canchita con gelatina, cuando el papá del niño colocó a varios niños al centro de la sala para que bailen. Yo lo miré extrañado, y me agarró también. Me puse a llorar y me fui a casa.

Cuando era adolecente, me invitaron a un “quinceañero”. Era la primera vez que iba a una fiesta y fui entusiasmado. Me aburrí mucho. Estuve parado afuera de la casa todo el tiempo viendo a todos bailar. Entonces me pareció una buena idea aprender a bailar, aunque iba contra todos mis principios, pero lo hacía por ser socialmente aceptado. Uno de los asistentes, quien también era de mi grupo scout se ofreció a enseñarme a bailar. Fui a la hora acordada para la primera clase pero él nunca apareció, luego se disculpo diciéndome que olvido la clase. Creo que mi vida hubiera cambiado y mi percepción de la música nunca hubiera sido la misma, así que agradezco el olvido del pata. Creo que me hubiese sentido hipócrita conmigo mismo si bailaba. Era un adolecente y ser aceptado era muy importante entonces, pero ahora no, eso ya no me importa.

Moriré sin bailar y soy feliz, vivo la música cuando la escucho o toco mi batería, la siento en mis venas.

Es tiempo de una anécdota: un amigo mío, coleccionista de discos de Isao Tomita, reunió a varios patas en su casa y nos hizo escuchar un track de un disco del famoso tecladista japonés. Apagó las luces y nos pidió no hacer ruido. Tomita hace New Age music, así que solamente es instrumental.

Escuchamos con atención. Al terminar, el anfitrión encendió las luces y nos pidió expresar que habíamos pensado mientras escuchábamos. Todos coincidimos en imaginar un paisaje del viejo oeste americano, un vaquero en un pueblo solitario y una bola de paja pasar a su lado. Nos sorprendió entender que fue unánime la interpretación. Tomita dice transmitir imágenes tetradimensionales en sus discos y le creo. Otra razón más para prestarle toda mi atención a la música. ¿Si hubiéramos bailado este tema, habríamos entendido el mensaje?

Edición de Aniversario

 

El día de hoy se celebra el primer año del inicio de este blog. Considerando que no celebro mi cumpleaños, ni celebré mi matrimonio ni graduación, esta fecha debería pasar desapercibida para mí, pero no es así. La verdad es que algunos post si me gustan y estoy orgulloso de ellos, hasta los leo de vez en cuando, a veces encuentro algún error y lo corrijo, y también siempre estoy pendiente de los comentarios y me he dado cuenta que, aunque nunca los contesto, siempre agradezco los mismos, ya que significa que alguien más, aparte de mi los lee.

El blog me ha creado cierta disciplina, ya que es como una obligación publicar un post, ahora por lo menos una vez. Al inicio era cada semana, pero era muy seguido y no tenía tiempo de escribir. A veces no se me ocurre nada, y otras me llega una oleada de temas posibles de ser mencionados. Creo que los temas de opinión nunca terminarán. Estuve tentado de escribir sobre la campaña electoral pasada, pero inevitablemente me hubiera referido con adjetivos inapropiados a los candidatos de la segunda vuelta, por lo que decidí abstenerme.

Mis inicios en la escritura comenzaron en la universidad. Escribía mis ocurrencias en mis cuadernos, en alguna esquina de la hoja, durante clases generalmente, por lo que no le prestaba atención al profesor (luego vinieron las consecuencias de esto), pero estos escritos se perdieron en el tiempo, aunque recuerdo muchos de ellos, pertenecen a otra época y no sería correcto rememorarlos.

La metodología que utilizo para escribir es simple, se me ocurre un tema, lo escribo en una hoja dentro de una carpeta llamada LPdKK en mi PC donde coloco temas posibles. Los que ya fueron publicados lo resalto y los demás son temas disponibles. Por lo general en  veinte o treinta minutos termino un post, incluyendo la búsqueda de fotos y la publicación. El año pasado durante el mes de Agosto descansé los días viernes (mes en el que aparece el blog), por lo que después de llevar a mi hijo al colegio me dedicaba a escribir. Muchos de los post del año pasado fueron escritos el mismo día. Podía escribir dos o tres cada viernes y los publicaba cuando llegara la ocasión. Supongo que este año también descansaré igual y será mi etapa productiva.

Debo decir que varios post anteriores pasaron por una minuciosa revisión por parte de mi editora.  Ella, quien tiene voz de operadora de teléfono erótico (en realidad esta perdiendo dinero), es quien muy gentilmente corrige mi gramática, cambia algunas palabras, pero siempre respetando la idea original. Gesto que agradezco por lo que le doy un público reconocimiento.

Bueno, estaré celebrando a mi manera, este primer año, aun no sé cómo, el entusiasmo ya no me deja escribir.

Domingos de Cine

 

Ya se imaginarán que voy a referirme al séptimo arte, pero no exactamente. Quiero tratar del lugar físico donde se exhiben las películas, y para esto tengo que remontarme a los años setenta.

Por esos  años mis padres solían llevarnos, a mis hermanos y a mí al cine. Recuerdo que muchas veces mi papá salía mucho antes que nosotros para “ir haciendo cola”, ya que éstas podían tener más de una cuadra, y existían los vendedores de cola y revendedores, personajes que ya no se ven actualmente. Los cines que nos llevaban eran en el centro de Lima: “Tacna”,” Metro”, “República”, “San Martin”,” Adán y Eva”, y otros más.

Las películas que más recuerdo son “Los diez mandamientos”, “Aeropuerto”, “Infierno en la Torre”, “La aventura del Poseidón”, “La batalla de Midway”, “Tiburón”, etc. Mis padres me iniciaron en este arte y luego seguí por cuenta propia.

Cerca a mi casa existía un cine de barrio, a quien le agradezco su existencia. Era el famoso cine “Túpac Amaru”, y digo agradezco porque el precio de las entradas era bastante asequible, es como si ahora costara 2 soles, o menos, aunque contaba con tarifa diferenciada ya que tenía tres categorías con dos salas: Norte y Sur. La sala Sur presentaba tres plataformas: Platea, que contaba con bancas de madera, no eran butacas, así que era difícil calcular la capacidad, ya que la gente se “apegaba” y entraban mas. Creo que los cobradores de combi sacaron el término de aquí. Luego estaba Mezzanine, la sala ficha, con butacas individuales, mucho más pequeña que platea, y por ultimo Balcón, con bancas también pero algunas sin respaldar,  ésta era la sala más barata, el precio era casi “tu voluntad”. La sala Norte solo era mezzanine. 
Éste era el cine más grande que he visto en mi vida, la sala sur tenía una capacidad de dos mil personas o más, y contaba con un servicio al espectador único en su tiempo. Cuando mirabas tranquilamente tu película favorita, podías gritar: “¡¡¡canchita!!! y un patín se acercaba y te entregaba una bolsita del snack favorito de los cines, además ofrecían gelatina en bolsa, no solían vender gaseosa, o a veces, pero en bolsa, ya que alguno desadaptados lanzaban las botellas (una vez me cayó en la cabeza una bolsa de gaseosa y agradecí el hecho de no ser una botella).

Algunos espectadores de Balcón solían pasarse a Mezzanine, para ello tenían que bajar por una pared de una altura de unos 5 metros.  Fui testigo excepcional de una caída. Un pata al intentar bajar, cayó pesadamente sobre las butacas de madera y se sacó la ñoña y los empleados de cine, lejos de auxiliarlo lo terminaron de gomear.

Como las películas de estreno tardaban mucho en llegar a esta sala, solían pasar algunas clásicas, sin mayor publicidad, es así como sin querer, aprendí el gusto por las películas de culto.

El día que hice mi primera comunión, supongo que a los once años, al regresar de la iglesia con mis padres y padrinos vi que proyectaban en esta sala “Encuentros cercanos del tercer tipo”, película que esperaba su estreno. Ni bien llegué a casa salí corriendo a buscar a alguien con quien ir al cine, mis amigos no estaban, hasta llegué a ofrecerles pagarle la entrada a unos vecinos que no eran mis amigos, pero ellos no quisieron ir, así que no me quedo otra que ir solo. Tiene su encanto ver la película en solitario. Al regresar a casa, mis padrinos ya se habían retirado y mis padres estaban muy molestos conmigo, ya que me fui sin decir nada y eche a perder el almuerzo familiar.

Algo interesante que me paso relacionado a éste cine “Túpac Amaru”, fue lo que les cuento a continuación: estando en el parque con un amigo, se nos acerca un señor del barrio y nos dice:”Oigan chicos un favor, soy entrenador de un equipo de beisbol, y han ganado un torneo metropolitano, pero no han venido todos los jugadores, así que, ¿qué les parece si van con nosotros haciéndose pasar por los jugadores?, los van a premiar y seguro les dan algún regalo”. Tardamos medio segundo en responder y fuimos al cine en mención donde sería la entrega de premios. En ese momento, como parte de la premiación se ofrecía una pelea de Cachas can, así que habían algunos luchadores, Sandokan me dio la mano y fue el alcalde del distrito quien nos entregó una copa mientras que el público nos ovacionaba. Yo levantaba los brazos mientras todos nos aplaudían.  El dueño del cine nos entregó pases gratis por un mes, ese fue el mejor momento y el mejor regalo de mi vida (hasta entonces), regalo que fue bien utilizado, hasta el último día.

Algunos años después, bajó la afluencia de público y el cine empezó a decaer, se convirtió en cine porno y luego los domingos en iglesia evangélica. Luego vendieron una parte a una tienda de electrodomésticos y últimamente y cerró definitivamente.

Desde este humilde blog le rindo un homenaje a este emblemático cine, forjador de mi gusto por el sétimo arte.

De los errores se aprende.

 

El titulo no puede ser más adecuado, y es que esta vez si aprendí de un error anterior, y éste fue mencionado en el post “Campamentos”, cometí una infidencia de la cual me arrepentí después, y pasados algunos años me sucedió una situación similar.

Y ésta historia comienza con ron “Pampero” y casi termina con una amistad. Resulta que un muy buen amigo mío, colega de la universidad, quien trabajaba en provincia vino a visitarme a casa de mi suegra donde yo vivía entonces y obviamente hubo algo de bebidas espirituosas. Mi cuñada nos acompañaba y junto con mi esposa no dedicamos a beber el ron en cuestión (asqueroso por supuesto, pero eran épocas de vacas flacas, y mi presupuesto ya no alcanzaba para los Johnny Walker etiqueta azul). Después de unos tragos mi esposa se retiró a nuestro aposento, y luego, ya algo picado me retiré yo también y los dejé solos en la sala.

Debo aclarar que no fue un descuido de mi parte dejar sola a mi indefensa cuñada, ya que mi pata tenía la fama de nerd, con evidentes limitaciones en el arte de la seducción, y ella no sé quedaba atrás. Recuerdo que unos meses antes, ella me preguntó que significaba la palabra “arrecha”. Con el propósito de ser explicito le dije que cuando se encuentre con sus amigos les dijera “que estaba arrecha” y que seguramente lo averiguaría de primera mano. Lo que nunca imaginé es que siguió mi consejo a la letra. La siguiente vez que la vi me dijo que era un imbécil, y más adjetivos que no pueden ser mencionados y de lo que si estoy seguro es que nunca olvidará el significado de esa palabra.

Creo que ya se están imaginando que pasó, ya que el factor alcohol no lo había tenido en cuenta. Al despertar a la mañana siguiente fui a buscar a mi pata a la sala, donde dormía cuando se quedaba hasta muy tarde y no lo encontré. Inicialmente pensé que se había ido temprano, pero al encontrar sus zapatos supe que estaba cerca, lo busque en el baño, la cocina, el dormitorio de mi cuñado, hasta en el dormitorio de mi suegra (llegué a pensar en esa posibilidad), y por último, el lugar menos probable, el dormitorio de mi cuñada, y allí escuché sus ronquidos.

Lo primero que hice fue despertarlos, ya que mi suegra sé despertaría pronto y hubiera sido una situación muy embarazosa. Después de un buen rato, mi pata salió, estaba avergonzado, creía que le iba a recriminar, pero eran adultos y sabían lo que hacían (creo). Luego de ese encontronazo, ellos comenzaron una relación.

Creo que un par de meses después, el ex de mi cuñada, al enterarse que ella tenía otra relación, decidió aparecerse, y como mi amigo trabajaba fuera, no estaba cerca para proteger sus intereses. Ella regresó con el ex.

La siguiente vez que mi amigo regresó a Lima, la buscó y mi cuñada decidió seguir su relación con él. Yo, como defensor de los principios de la moral y las buenas costumbres, decidí intervenir, le dije que no le hiciera eso a mi amigo, dándole un ultimátum, la siguiente vez que lo vea, debía terminar con él. Y así lo hizo.

Algunas semanas después, mi cuñada ya formalmente con el ex, que ahora era el actual, estaban en el auto de él, y como yo lo conocía también, estábamos los cuatro, con mi esposa conversando dentro del vehículo, cuando llegó mi amigo y nos vio, su enojo fue mayor al verme con ellos.

Al mes siguiente viajé donde él se encontraba, y lo busqué, al inicio se mostró esquivo, pero llegué con un ron para bajar las tensiones, le conté de mi intervención, y que ella al final terminó para no hacerle más daño. Al final lo comprendió. Ahora somos todos amigos nuevamente.

Conciertos

 

Si han leído algunos posts anteriores supondrán que me gustan los conciertos. Ahora se supone que debería decir que se equivocan, pero esta vez no. Creo que estos eventos son los únicos con aglomeraciones masivas de público que tolero. Considerando además que la mayoría de veces prefiero disfrutar la música en soledad, los conciertos son excepciones que bien vale la pena el esfuerzo. Menciono lo del esfuerzo porque muchas veces existen los inconvenientes de caminar varias cuadras para llegar al local, dejar el carro lejos, soportar que un zambo te manosee en la puerta, comprender que eres chato y los de adelante no te dejen ver, y pagar por lo general precios elevados.

La euforia que uno puede sentir cuando sale al escenario tu grupo o cantante favorito no tiene descripción. Aunque esto solo puedo imaginarlo ya que mi grupo favorito nunca ha venido por estos lares, pero ver a un grupo que te gusta y que toque alguna canción esperada es lo mejor que te puede pasar. Creo, por lo menos me pasa a mí, me libero en un concierto, estoy rodeado de gente con la misma afinidad (o parecida) y dependiendo del manejo del escenario del grupo o cantante, la masa se vuelve una.

Antes pensaba que solo se necesitaba que el grupo subiera al escenario y tocara sus canciones para ser un buen concierto. Reconozco que musicalmente puede ser una buena performance, pero ahora comprendo la necesidad de realizar un espectáculo, que es al final lo que el público viene a ver. A veces no me reconozco al escribir eso último, ya que voy a un concierto a deleitar a mis oídos, no a mis ojos, pero también creo que un buen show sobre el escenario es vital para la  disfrutar un poco más tus canciones favoritas.

Puedo citar algunos ejemplos: en el concierto de Deep Purple en el Estadio Nacional se habilitó solo la tribuna sur, el escenario estaba pegado a la tribuna lo que creó una concha acústica y el audio era espectacular. Disfrutaba tranquilamente el concierto cuando decidieron tocar “Perfect stranger” uno de sus temas poco conocido que no esperaba escuchar, pero quizás el que más me gusta. Al ejecutarlo, en un solo de guitarra hicieron un juego de luces, solo para este tema. Si puedo buscar armonía entre sonido y luces, creo que es ésta. Me gusta ahora esta canción más que antes del concierto.

En la presentación de Paul Mc Cartney, interpretaron  “To live and let die”, la verdad un tema que poco me apasiona,  o apasionaba. Realizaron un espectáculo de fuegos pirotécnicos impresionantes durante su ejecución que resultó en un momento telúrico. Ahora me parece indispensable este tema. Este concierto fue memorable, recuerdo haber hablado muchas veces que una de mis grandes fantasías era ver a un Beatle en vivo, imaginaba muchas veces lo que sentiría al escuchar “Hey Jude”  y pasó exactamente lo que imaginaba: cuando entonaba la parte “…take a sad song and make better, better, better…..ohhhh” fue un momento orgásmico y sentí, no sin asombro que una lágrima corría por mis mejillas. Creo que soy humano al fin.

He asistido a muchos conciertos, no todos los que me hubiera gustado pero creo que a los más importantes. Llevé a mi hija de entonces catorce años a ver a Los Violadores, y de teloneros a Leuzemia y Cadena Perpetua, concierto con pogo incluido. Para los limitados que no saben que es el pogo se los explicaré: es una expresión que consiste en saltar y chocarse en grupo unos contra otros al ritmo de la música en un concierto, muy relacionado a la música punk. Se supone que sirve para liberar frustraciones, estrés, o tensiones violentas. Pero esto con mi hija presente obviamente no lo hice, aunque si en un concierto anterior de este grupo, allí si me metí al pogo y debo reconocer que si es un acto liberador.

Y bueno, solo espero que vengan AC DC, U2, Electric Light Orchestra, la reunión de Led Zeppelin y otras grandes bandas.

Disculpen el retraso, espero volver pronto.

Caminatas por los cerros.

 

Siempre nos gustó, a  mis amigos y a mí, alejarnos de la civilización y buscar nuevos lugares. A veces recorríamos el lecho del rio Chillón, río arriba hasta Trapiche y río abajo hasta el Callao. Pero siempre éramos observados por los inexpugnables cerros, por lo menos eso parecían, hasta que decidimos conquistarlos.

Donde terminaba la “civilización” estaban los asentamientos humanos, lugares muy pobres y algo peligrosos por donde pasábamos despreocupados. Recuerdo que la primera vez que intentamos llegar a la cima no lo logramos, se nos hizo tarde, Estudiábamos en el colegio en la mañana, almorzábamos, hacíamos rápidamente la tarea y salíamos a explorar. Creo que recién a la tercera vez lo logramos, solo para darnos cuenta que detrás de esos cerros de casi ochocientos metros solo había más cerros.  Encontramos restos de caracoles y vegetación seca en la parte más alta, y creímos erróneamente que esa parte alguna vez fue el fondo marino. Años después comprendimos que solo era parte de la vegetación y fauna que se forma en las lomas, ya estos cerros aún forman parte de las lomas costeras del país.

En el post “Wantoo” hubo un comentario que se refiere a uno de los hechos que narro a continuación: en la ladera de uno de estos cerros alguna vez sé colocó una cruz, pero de la que solo quedaba el pedestal de concreto, mi amigo Wantoo se subió en el,  sé bajo el pantalón y todo lo demás, y agitando sus genitales empezó a gritar para llamar la atención de los pobladores de esos asentamientos. No crean que fue una muestra de algún estado de perturbación sexual de Wantoo, teníamos nueve años, aunque pensándolo bien….

Una de esas tantas veces que subimos a los cerros regresé a mi casa más tarde de la hora que tenía permitido salir, y fui castigado. Me hicieron prometer que no saldría más con “esos amigos míos”, pero como sabrán, no pude cumplir esa promesa.

Creo que la última vez que subí fue cuando ya estaba en la Universidad. Uno de mis amigos estudiaba Biología en la misma universidad que yo, y me pidió que lo acompañara, y regresábamos después de muchos años. Él quería recoger muestras de esos caracoles para una investigación de Zonas Áridas. Caminábamos cómo siempre, atravesando los asentamientos humanos, cuando alguien gritó “¡¡Choros!!”, entonces los pobladores empezaron a salir de sus casas con palos y al vernos corrieron hacia nosotros. Mi primera  reacción fue tratar de explicarles que éramos estudiantes universitarios y solo queríamos unas muestras, pero cuando me volví a para ver a mi pata, este ya estaba como a una cuadra corriendo como animal, y no me quedó otra que seguirlo. Estuvieron a punto de alcanzarnos y no sé qué nos hubiera pasado si lo lograban.

Aún quiero regresar, ahora viendo el Google Earth puedo ver qué hay detrás de esos cerros. A ver si animo a mis amigos, no sé si el cuerpo grasoso que tenemos ahora nos permita una subida así, pero quisiera volver a ese pedestal de cruz para dejar un recuerdo a nuestro inolvidable amigo Wantoo.

Aún vivo

 

Éste es un relato que me ocurrió hace años, en mis días de camionero por el norte chico. Los que dicen conocerme se preguntarán: pero éste pata ¿cuándo fue camionero? Bueno, no exactamente, cuando trabajaba en una Reserva Nacional al norte de Lima se necesitaba regar los árboles que habían sido reforestados, y la única forma era hacerlo con un camión cisterna.

Este camión era un Dodge D-500 de antigüedad incalculable para mí y mi historia con este armatoste fue mala desde el comienzo. Todo empezó en mi primer día en esta Reserva y durante la primera entrevista que tuve con mi jefe me preguntó si tenía brevete y si antes había manejado un camión, y mis respuestas fueron si a la primera y no a la segunda, aunque mi licencia solo me permitía conducir vehículos menores. Mi jefe no contento con saber que estaba incapacitado para conducir un  vehículo pesado, me llevó hasta el camión en mención, me ordenó subir al volante a lo que obedecí mis mayor protesta ya que pensé que solo me enseñaría a encenderlo, la posición de los cambios o algún truco que seguramente tendría un camión tan viejo como este.

El camión estaba estacionado en la parte baja de le Reserva, para salir de allí existe un camino sinuoso que sube por el cerro al borde de un abismo, y mi jefe me ordeno arrancar y salir hasta la parte alta. Le dije lo más respetuosamente que pude, que ese camino era muy angosto, que tenía muchas curvas y nunca había manejado un vehículo así, pero no le importó, me dijo que si tenía brevete podía manejar cualquier cosa, que todos los carros son iguales, y para darme más confianza, llamó a otro guardaparque y lo subió a la cabina junto a él. El pata estaba palteado, ya que escuchó toda nuestra conversación, le rogó bajar del camión pero lo sentó junto a mí y el jefe en la puerta, fumando tranquilamente su cigarro. Salí nervioso de allí enrumbando a la subida por el estrecho y zigzagueante camino, pero mis cálculos en las curvas no me fallaron y llegamos a la cima sin novedad. Desde entonces manejaba el camión diez kilómetros fuera de la Reserva hasta una hacienda de espárragos que tenía un pozo y allí llenábamos agua para el riego de los árboles que se había reforestado. El motivo era loable por lo que acepté el encargo.

Una de tantas veces que manejaba el camión por la Panamericana Norte me detuvo una patrulla policial, y obviamente fui. Les metí un floro sobre la protección del ambiente, la importancia de la reforestación, pero no les importó mi discurso conservacionista,  y solo querían un sencillo para calmarse, así que no me quedó otra que sobornar (por primera vez) a un policía (ya con mi auto se repetirían una cuantas veces más).

Pero lo más trágico que me pasó con este camión fue lo siguiente: un técnico llegó para reparar los cambios, y nos dijo que volvería la siguiente semana para reparar los frenos, ya que el aire se perdía, pero se podía usar con cuidado. Se había programado regar los plantones de la parte alta de la reserva, así que fuimos todos, se regaron las plantas y luego seguiríamos bajando al lado del inclinado camino, pero al arrancar noté que el freno no respondía. Ya estábamos en la pendiente, intente poner los cambios en segunda para bajar la velocidad pero como estaba recién reparado, no enganchaba, o sería por mi nerviosismo que no entró el cambio y mientras lo intentaba, pisaba el embrague y el camión, con toda su carga de agua bajaba en neutro ganando cada vez más velocidad. Mis compañeros que estaban conmigo en la cabina se lanzaron por la puerta y me dijeron que saltara también. Al ver por el espejo retrovisor veía a mis amigos correr detrás, llamándome, pero sabía que el camión era muy importante y habría que hacer algo. Vi con horror que el camino terminaba en un cruce en T, a la derecha en subida rumbo a la salida de la Reserva, y a la izquierda la bajada hacia la casa de los guardaparques. La curva en ese cruce era muy cerrada para girar a esa velocidad, así que solo me quedo salirme a la derecha del camino y esquivar los árboles, hasta que vi una zanja de un metro de ancho con un cerco de madera. Pensé que el camión se estrellaría contra  la zanja, por lo que decidí acelerar para pasar “volando”. Recuerdo como mi vida entera pasó por esos noventa segundos que creo duró la bajada, hasta que logré saltar la zanja. Salí por un camino en subida, por lo que el camión se detuvo lentamente.

Aunque suene extraño, no tuve miedo en ese instante crucial, mas pensaba en no destruir el camión. Mis patas al alcanzarme me sacaron en hombros y hasta ahora recuerdan esta anécdota.

Al regresar a casa, lo primero que hice fue adquirir un seguro de vida, ya tenía una hija y comprendí que la vida era muy frágil. Luego seguí manejando el camión con normalidad (después de reparar los frenos por supuesto) hasta que dejé la Reserva, que ya por entonces era  mi segundo hogar.