Aunque el titulo refleje escasamente el tema del post, lo titulé asi al no encontrar una mejor opción.
Un asiduo lector de este humilde Blog es el personaje de
este post, y espero que no se moleste, así que igual ahí va: de niño fui boy
scout y aprendí el gusto de estar en contacto con la naturaleza. Nuestros
campamentos fueron siempre lo más alejados de la civilización que podíamos, y con
muchas anécdotas de por medio, pero me voy a referir a uno en especial.
Estando en la Universidad, tenía una pareja de amigos. Él se
convirtió rápidamente en uno de mis mejores amigos, y ella también. Esta
pareja, como todas tenían sus altibajos, y yo, amigo de ambos, conocía sus
intimidades.
Por esos días, con otros amigos ex-scouts planeábamos un campamento
a Canta. Al comentarle a mi amiga que saldría ese fin de semana me pidió que
llevara éste amigo al viaje. Antes ya había invitado a mi amigo a otros
campamentos, pero él nunca quiso ir, no le gustaban las caminatas, ni pasar
frio o hambre, que era el común denominador de todos mis salidas. Ante la
insistencia de mi amiga de llevarlo y el hecho que ella lo convenció de ir, fue
con nosotros. La recomendación que ella me dio antes de partir fue: “hazlo
sufrir”.
Ya por esas épocas nos estábamos volviendo “comodones”, ya
no queríamos sufrir tanto, así que solamente armamos las carpas y nos dedicamos
a comer, jugar cartas y tomar. Por la noche, éste amigo en cuestión, ya después
que el licor hizo efecto en él, empezó a confesar sus infidelidades. Bueno,
éramos hombres y lo comprendíamos, pero el problema era que su enamorada
también era mi mejor amiga. Solo le aconsejé que no siguiera esa doble vida y
definiera las cosas. No deseaba ver a mi amiga sufrir.
Ya de regreso en Lima, lo primero que hizo mi amiga fue
buscarme e interrogarme. Estábamos en un salón vacío de la U. y me dijo de
frente: “¿Qué te contó? ¡Él habla cuando esta borracho!”, negué todo
inicialmente, le dije que hablamos de todo, de la universidad, pero ella sabía
que mentía. Me miró a los ojos y me dijo algo con lo que ya no pude defenderlo:
“eres mi amigo y confío en ti, no me mientas, él me engaña”, y mencionó el
nombre de la chica en cuestión. Mi amiga ya lo sospechaba. Ella estaba a punto
de llorar cuando ya no pude evitarlo y le conté todo. Salí del salón con la
incertidumbre de haber hecho el bien o el mal. Ella terminó con él.
Como aún nos encontrábamos de vacaciones, no fui a la U. por
varios días, mayormente por no encontrarme con mi amigo, hasta que no pude
evitarlo, y lo encontré. Fui a verlo con el corazón encogido, él había confiado
en mí y yo lo traicioné. Recuerdo sus palabras exactas: “Creí que eras mi
amigo”, y solamente sé fue.
El fin de semana siguiente me busco para tomar unos tragos
con los mismos amigos del campamento. Allí al estar ebrio nuevamente sé puso a
llorar por el dolor de su ruptura, solo gritaba el nombre de mi amiga. No pude
soportarlo, traté de consolarlo, su dolor era legítimo. No pude hacerlo. Lo
llevé a su casa. La siguiente vez que lo vi, le dije que la buscará. Lo hizo
pero ella había viajado fuera de Lima a visitar a sus padres.
El lugar donde ella había ido era un pueblo olvidado de Dios.
Le recomendé que viajara a buscarla,
pero me dijo que no conocía el lugar y nunca había viajado solo, así que en un
arranque de remordimiento y tratando de enmendar mis actos, le dije que lo
acompañaría. Eran mas de seiscientos kilómetros de distancia, viajando en ómnibus
y la tolva de una camioneta. El pueblo al que llegamos era pequeño. Sabíamos
que la casa de sus padres era en la plaza principal, y preguntando llegamos. Al
tocar la puerta salió su madre y al preguntar por ella, nos dijo que su hija no
estaba allí y vivía en Lima. Nos fuimos de allí creyendo que su madre mentía. Como
las camionetas que salían del pueblo lo
hacían solo por las mañanas, buscamos un lugar donde acampar, pero a mi amigo se le ocurrió llamar a casa de la
hermana de ella. Buscamos el único teléfono que había en el pueblo, y al
llamar le dijeron que ella había salido la noche anterior a la casa de
su mamá, y cómo el viaje era largo, aun no había llegado. Al regresar a casa de
su mamá, ella abrió la puerta.
El resto de nuestra estadía fue lo más aburrido que me pudo
pasar, ya que simplemente sobraba. Ellos se reconciliaron. Pude cambiar la
historia. Fue el viaje más inesperado que hice, y conocí un pueblo que jamás
pensé en conocer.
Años después ellos terminaron su relación, pero esa vez, yo
ya no tuve nada que ver.
Ese era yo!!!!
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