miércoles, 23 de marzo de 2022

Caminatas por los cerros.

 

Siempre nos gustó, a  mis amigos y a mí, alejarnos de la civilización y buscar nuevos lugares. A veces recorríamos el lecho del rio Chillón, río arriba hasta Trapiche y río abajo hasta el Callao. Pero siempre éramos observados por los inexpugnables cerros, por lo menos eso parecían, hasta que decidimos conquistarlos.

Donde terminaba la “civilización” estaban los asentamientos humanos, lugares muy pobres y algo peligrosos por donde pasábamos despreocupados. Recuerdo que la primera vez que intentamos llegar a la cima no lo logramos, se nos hizo tarde, Estudiábamos en el colegio en la mañana, almorzábamos, hacíamos rápidamente la tarea y salíamos a explorar. Creo que recién a la tercera vez lo logramos, solo para darnos cuenta que detrás de esos cerros de casi ochocientos metros solo había más cerros.  Encontramos restos de caracoles y vegetación seca en la parte más alta, y creímos erróneamente que esa parte alguna vez fue el fondo marino. Años después comprendimos que solo era parte de la vegetación y fauna que se forma en las lomas, ya estos cerros aún forman parte de las lomas costeras del país.

En el post “Wantoo” hubo un comentario que se refiere a uno de los hechos que narro a continuación: en la ladera de uno de estos cerros alguna vez sé colocó una cruz, pero de la que solo quedaba el pedestal de concreto, mi amigo Wantoo se subió en el,  sé bajo el pantalón y todo lo demás, y agitando sus genitales empezó a gritar para llamar la atención de los pobladores de esos asentamientos. No crean que fue una muestra de algún estado de perturbación sexual de Wantoo, teníamos nueve años, aunque pensándolo bien….

Una de esas tantas veces que subimos a los cerros regresé a mi casa más tarde de la hora que tenía permitido salir, y fui castigado. Me hicieron prometer que no saldría más con “esos amigos míos”, pero como sabrán, no pude cumplir esa promesa.

Creo que la última vez que subí fue cuando ya estaba en la Universidad. Uno de mis amigos estudiaba Biología en la misma universidad que yo, y me pidió que lo acompañara, y regresábamos después de muchos años. Él quería recoger muestras de esos caracoles para una investigación de Zonas Áridas. Caminábamos cómo siempre, atravesando los asentamientos humanos, cuando alguien gritó “¡¡Choros!!”, entonces los pobladores empezaron a salir de sus casas con palos y al vernos corrieron hacia nosotros. Mi primera  reacción fue tratar de explicarles que éramos estudiantes universitarios y solo queríamos unas muestras, pero cuando me volví a para ver a mi pata, este ya estaba como a una cuadra corriendo como animal, y no me quedó otra que seguirlo. Estuvieron a punto de alcanzarnos y no sé qué nos hubiera pasado si lo lograban.

Aún quiero regresar, ahora viendo el Google Earth puedo ver qué hay detrás de esos cerros. A ver si animo a mis amigos, no sé si el cuerpo grasoso que tenemos ahora nos permita una subida así, pero quisiera volver a ese pedestal de cruz para dejar un recuerdo a nuestro inolvidable amigo Wantoo.

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