miércoles, 23 de marzo de 2022

De los errores se aprende.

 

El titulo no puede ser más adecuado, y es que esta vez si aprendí de un error anterior, y éste fue mencionado en el post “Campamentos”, cometí una infidencia de la cual me arrepentí después, y pasados algunos años me sucedió una situación similar.

Y ésta historia comienza con ron “Pampero” y casi termina con una amistad. Resulta que un muy buen amigo mío, colega de la universidad, quien trabajaba en provincia vino a visitarme a casa de mi suegra donde yo vivía entonces y obviamente hubo algo de bebidas espirituosas. Mi cuñada nos acompañaba y junto con mi esposa no dedicamos a beber el ron en cuestión (asqueroso por supuesto, pero eran épocas de vacas flacas, y mi presupuesto ya no alcanzaba para los Johnny Walker etiqueta azul). Después de unos tragos mi esposa se retiró a nuestro aposento, y luego, ya algo picado me retiré yo también y los dejé solos en la sala.

Debo aclarar que no fue un descuido de mi parte dejar sola a mi indefensa cuñada, ya que mi pata tenía la fama de nerd, con evidentes limitaciones en el arte de la seducción, y ella no sé quedaba atrás. Recuerdo que unos meses antes, ella me preguntó que significaba la palabra “arrecha”. Con el propósito de ser explicito le dije que cuando se encuentre con sus amigos les dijera “que estaba arrecha” y que seguramente lo averiguaría de primera mano. Lo que nunca imaginé es que siguió mi consejo a la letra. La siguiente vez que la vi me dijo que era un imbécil, y más adjetivos que no pueden ser mencionados y de lo que si estoy seguro es que nunca olvidará el significado de esa palabra.

Creo que ya se están imaginando que pasó, ya que el factor alcohol no lo había tenido en cuenta. Al despertar a la mañana siguiente fui a buscar a mi pata a la sala, donde dormía cuando se quedaba hasta muy tarde y no lo encontré. Inicialmente pensé que se había ido temprano, pero al encontrar sus zapatos supe que estaba cerca, lo busque en el baño, la cocina, el dormitorio de mi cuñado, hasta en el dormitorio de mi suegra (llegué a pensar en esa posibilidad), y por último, el lugar menos probable, el dormitorio de mi cuñada, y allí escuché sus ronquidos.

Lo primero que hice fue despertarlos, ya que mi suegra sé despertaría pronto y hubiera sido una situación muy embarazosa. Después de un buen rato, mi pata salió, estaba avergonzado, creía que le iba a recriminar, pero eran adultos y sabían lo que hacían (creo). Luego de ese encontronazo, ellos comenzaron una relación.

Creo que un par de meses después, el ex de mi cuñada, al enterarse que ella tenía otra relación, decidió aparecerse, y como mi amigo trabajaba fuera, no estaba cerca para proteger sus intereses. Ella regresó con el ex.

La siguiente vez que mi amigo regresó a Lima, la buscó y mi cuñada decidió seguir su relación con él. Yo, como defensor de los principios de la moral y las buenas costumbres, decidí intervenir, le dije que no le hiciera eso a mi amigo, dándole un ultimátum, la siguiente vez que lo vea, debía terminar con él. Y así lo hizo.

Algunas semanas después, mi cuñada ya formalmente con el ex, que ahora era el actual, estaban en el auto de él, y como yo lo conocía también, estábamos los cuatro, con mi esposa conversando dentro del vehículo, cuando llegó mi amigo y nos vio, su enojo fue mayor al verme con ellos.

Al mes siguiente viajé donde él se encontraba, y lo busqué, al inicio se mostró esquivo, pero llegué con un ron para bajar las tensiones, le conté de mi intervención, y que ella al final terminó para no hacerle más daño. Al final lo comprendió. Ahora somos todos amigos nuevamente.

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